martes, 18 de agosto de 2009

Reconquista

Nos enseñaron a conquistar a los hombres. Nos dijeron algo así como: "sois mujeres, estáis socialmente obligadas a conquistarlos". Por el estómago, por el juego de la seducción, por la ropa interior bien cuidada, por el perfume, por el sexo, por la ocultación, por el secretismo, por la sonrisa... aprendimos a hacerlos nuestros.

Nadie nos enseñó, sin embargo, a reconquistarles. Se olvidaron de la segunda lección. La más importante, quizás. Llegamos al momento de la reconquista, del arrepentimiento, del "me lo he pensado mejor" y no sabemos cómo retenerles. No vale una cena, no vale un gesto si no sabemos cuál es la tecla a tocar. Y no, no lo sabemos. No sabemos cómo hacerles olvidar

cómo hacernos perdonar

cómo hacerles creer que nuestros defectos no son tan graves

cómo hacer que nos quieran de nuevo

cómo convencerles de que con nosotras están mejor

cómo abrazarles

cómo lobotomizar

cómo follarles

cómo atraparles

cómo hacer que entiendan

cómo engañarles

cómo darles seguridad

cómo pretender

cómo acertar

cómo reconstruir

cómo abrir la puerta

cómo autoconvencernos, siquiera.

Tantos años jugando a las casitas para luego levantarte una mañana empapada en sudor y darte cuenta de que no, que no sabes nada del amor y de cómo se hace porque lo vives como una autómata, tragándotelo todo sin saborearlo, corrompiéndolo, corrompiéndote.

4 comentarios:

Yooors dijo...

Ay Deu, Nay... cómo estamos de mal... :P

Solo sabemos que no sabemos nada de nada... :P

El Guillotinador dijo...

Al menos te haces esa pregunta. Y no lo digo por decir, tan sólo que he tomado como referencia real tu texto en mi contexto.
Beso.

pablo dijo...

Yo pensaba que era al revés, que normalmente es el hombre el que se lanza a la conquista, y la mujer la que, tras emitir miles de inequívocas señales secretas (que no suelen ser captadas), disponía de la elección. Siempre fue duro lo de rechazar, pero peor era ser rechazado.

Sobre lo de la re-conquista ya es más complejo.

Besos hermosa!

Liliane dijo...

Creo que el peor de todo, es hacernos creer que hay sólamente 1 fórmula de felicidad. Y que ésa vale para todos.

¡Me encantan tus textos!