lunes, 10 de agosto de 2009

Cernícalos por mariposas















Irene me recuerda la frase de Kundera: el vértigo es el miedo a dejarse ganar por las ganas de querer caer.

Tengo vértigo cuando me veo tentada a querer caer aunque sé que no debería, cuando sé que no sé volar y que no es ése el precipicio al que me quiero arrojar. Es por eso que llevo un paracaídas a cuestas, por si alguna vez me tiro cuando mis alas no estén aún preparadas.

Lo cierto es que no, que nunca me lanzo, que me quedo sobre esa roca, viendo volar a los cernícalos, viéndolos planear y deseando ser uno de ellos. A veces lo hago en compañía de alguien que se siente como yo y comprobamos mutuamente el estado de nuestras alas para recordarnos que no, que no es el momento. Estamos en la roca. Una más encaramada que la otra. Una más escarmentada que la otra.

Estamos sonriendo, treinta centímetros más y caigo. Yo estoy enamorada de la naturaleza que nos rodea y que conozco bien. Ella quizás se esté enamorando. Y yo me pregunto por qué lo demás es tan complicado. Por qué hay tanta diferencia.

Por la noche, acabamos en el mar. Esos milagros quizás sólo ocurran en una isla. Quizás sólo en verano. Yo estoy más cerca de ser feliz. Me dejo llevar y siento que eso está bien. Me voy a la cama con sabor a tierra y a sal. Exhausta y llena de paz. Serena

Acaban los días de mar y montaña. Volvemos a la ciudad y en el mundo real dejarse llevar suena demasiado bien. Demasiado bien para ser verdad. Y entonces freno, me arranco las alas y decido que no, que a otra cosa, mariposa, que aquí no hay cielo donde flotar ni mar sobre el que planear ni precipicio que contemplar.

Cernícalos por mariposas, que mueren en veinticuatro horas, que son frágiles y están hechas de polvo, insectos a los que una ligera lluvia puede tumbar.

Mariposas por ahora, pero tranquila, mi niña, que un día volaremos como los cernícalos, que saben extender las alas cuando llegan rachas de viento, para quedar a la deriva, para planear y esperar a que amaine. Sin nunca jamás caer.

3 comentarios:

El Guillotinador dijo...

Yo quiero ser cernícalo. Quiero lanzarme en picado contra las olas y remontar el vuelo para volver a lanzarme... sobre todo después de haberte leído.
Beso.

c. dijo...

qué post más bonito

la elfa dijo...

Mientras leia el post pensaba en el comentario que te iba a dejar, pero en vez de ser original copio tus palabras porque a mi no me saldria tan bien...
"Mariposas por ahora, pero tranquila, mi niña, que un día volaremos como los cernícalos, que saben extender las alas cuando llegan rachas de viento, para quedar a la deriva, para planear y esperar a que amaine. Sin nunca jamás caer." Y ese dia esta cerca.
Te quiero linda