miércoles, 26 de agosto de 2009

Derribo

Ayer salí de casa y subí por la Plaza de la Cebada, por la acera de la izquierda. Pasado el mercado, a mi derecha, me di cuenta de que ahí faltaba algo. Miré bien y vi que varios edificios habían sido derribados, dejando una extensión enorme completamente al descubierto. Intenté recordar cómo eran los edificios que estaban ahí antes, y sólo visualicé las dos floristerías a pie de calle, en las que tantas veces me detuve. Recordé la esquina que da al metro y en la que nunca me apoyaba porque olía a pis. Sin embargo, me fue imposible acordarme de los edificios.

Siempre me ha resultado desoladora la visión de las paredes que quedan en pie tras el derribo de los edificios. Esa pared vertical que es un mosaico, donde aún se ven armarios empotrados, papeles de colores, azulejos, mobiliario del baño. Me quedé ahí plantada, intentando reconstruir, compulsivamente y sin éxito, el edificio en mi cabeza. Contemplé la nueva visión, miré las fincas de atrás, antes tapadas; pensé que ahora quienes allí vivieran podrían disfrutar de más luz.

Me invadió el vacío, la sensación exasperante que dan las cosas inanimadas cuando consiguen arrancarnos sentimientos, pensé en lo fácil que es descolocarme por el solo hecho de quitar, de un día para otro, algo que estaba ahí. Pensé en el poder de la costumbre y en la seguridad que da saber que las cosas están donde tienen que estar. Me invadió el desconcierto, en definitiva.

Seguí andando; en la esquina de Doctor Cortezo con Jacinto Benavente hay una cafetería de ésas que siempre hay al lado de los cines. Dan helados, sángüiches, bocatas y pasta de esa distribuida por alguna cadena absurda. Una pareja compartía un plato de espaguetis enchumbados de tomate frito con carne, lo que viene siendo una boloñesa, y otro plato de papas fritas con distintas salsas. A la vez.

No puedo describir el asco que sentí al ver semejantes platos y a ellos comerse aquello indistintamente. Creo que tuve que mirar para otro lado. No se pueden mezclar espaguetis llenos de una salsa horrenda y unas papas fritas.

Llego hasta Sol y me encuentro al tío que esa misma mañana ha salido desnudo de mi cama, agarrando a una rubia -para variar, digo yo- de la cintura. Ella hace como que le huye, él hace como que va a besarla, ella hace como que le rechaza, él hace como que le sigue el juego, ella hace como si las bragas no se le estuvieran empapando, él ni siquiera se ha cambiado la camiseta que yo le había quitado la noche anterior, ella hace como que se va a dejar. Ella cede, como si le costara dejarse, ambos se morrean indecentemente para ser un día entre semana y para estar en la principal plaza de la capital del reino.

Aquello me deja indiferente, sigo mi camino, así que les paso al lado, sin que noten mi presencia.

Concluyo que eso es lo bueno de que demuelan edificios, que te hace pensar que todo cae, que todo cambia, que todo fluye, como, según nos enseñaron en COU, decía Heráclito. El vacío emocional del no edificio y el asco de los espaguetis boloñesa como gusanos enormes en lodo rojo me dejaron carente de sentimientos ante aquella escena. Es increíble cuál de las cosas sin sentido que te ocurren cada día te servirá para relativizar.

En ese momento, me acordé del olor a cloro de cuando pasaba por la floristería y recordé que lo que habían tirado abajo era un polideportivo. Curiosos los acontecimientos que nos hacen reaccionar.

3 comentarios:

retje_robar dijo...

Hace relativamente poco he descubierto dos cosas.

En mi pueblo, mi pueblo de toda la vida, donde ya no vivo, pero donde voy con frecuencia y donde he vivido más de 20 años, he visto una placa en un edificio muy representativo, una placa que debía llevar puesta más de 100 años, y la he visto por primera vez.

Y en Madrid he decubierto la casa del Ratoncito Pérex después de 6 años buscándola. La verdad es que me ha hecho un poco más feliz (en fin).

retje_robar dijo...

Es Pérez el ratoncito, no Pérex.
:-)

Losbutilio dijo...

Otro escrito maravilloso, que además vuelvo a relacioanr con mi día a día. Gracias Nay. Beso.