lunes, 19 de octubre de 2009

Pedro

Como cada septiembre el portero de mi edificio, no vino a trabajar. Era su mes de vacaciones. En su lugar había un hombre pequeño, con gafas.

La semana pasada me di cuenta de que ya estábamos a mediados de octubre y seguía sin aparecer. Le pregunté al nuevo portero que dónde estaba Pedro y me dijo: Se ha jubilado.
Me pareció que se sorprendía al reparar en mi mueca, mezcla de incredulidad y decepción. Probablemente fuese la primera que le ponía cara triste porque Pedro se había ido.

Enseguida le sonreí y le dije: Pues bienvenido, ¿cuál es tu nombre? Yo me llamo Nayra.
Creo que no lo entendió, pero me dijo el suyo y siguió mirándome con sorpresa. Salí del portal y me encontré conmigo misma, entre triste e indignada.

A Pedro nadie le podía ni ver, es de esas personas hurañas y antipáticas hasta rozar la maldad. La conversación entre vecinos en el ascensor nunca giraba en torno al tiempo, sino en torno a su mala hostia. Cada vez que llegaba alguien nuevo a la finca me preguntaba ¿Este tío siempre es así?. Cuando mi madre venía de visita le daba mucha coba y siempre hablaba con él, así que él la trataba bien a ella y a mí, por extensión, empezó a gesticular algo que parecía una sonrisa y a llamarme guapa. Eso sí, jamás me ayudó con las bolsas de la compra o con la maleta.

Mientras andaba por Bailén, me enfadé porque Pedro no se despidió, y porque él, que empezó en el edificio en el mismo mes que yo llegué, hace exactamente nueve años, se ha ido sin preguntarnos a los vecinos qué nos parece.

Que la gente salga de nuestra vida o de nuestra rutina sin consultarnos es una putada. Ese día sentí que mi entorno cambiaba. Llegué a Callao donde había quedado con Luci y vi con espanto como la plazoletita pequeña (siempre me sorprendió que una glorieta diminuta fuera un lugar tan emblemático) se había convertido en una gran plaza completamente peatonal. Al igual que La Montera o Fuencarral.

¿Es que nadie va a preguntarnos nunca qué nos parece que el escenario sobre el que bailamos cambie? Creo que se me saltaron las lágrimas al mirar hacia atrás nueve años y ver que tantas cosas se habían transformaban y yo, en el fondo, ahí seguía, medio estancada, con el pelo más largo y con una carrera terminada, trabajando y con un sueldo de mierda, viendo Españoles por el mundo y pensando en cambiar de país a uno que tenga de verdad calidad de vida -ya está bien de tanto sol, tanta siesta y tanta hostia-, pero aquí y así.

De repente sentí que estos nueve años ya me pesan y que, a grandes rasgos, me parece que no he hecho nada de provecho. Nueve años de desorden, de caos, de conformismo. Intoxicada por una ciudad sobrevalorada, a punto de conmoverme cuando vea una postal del Madrid de los 90, a punto de no reconocer mi letra en los cuadernos que llené cuando llegué.

5 comentarios:

El Guillotinador dijo...

¿Sobrevivir en una mega urbe emepzando desde cero, y tener la cantidad de buenos amigos que tienes es no hacer nada? Perdóname, pero cuestión de prioridades, yo es lo que echo en falta. De todas maneras te recomiendo que vuelvas a mirar, que me da que has tenido un mal día. Beso.

la elfa dijo...

Linda, yo se que has sido feliz, aunque no haya sido una constante, aunque haya muchas cosas que no te gusten, aunque te gustaria cambiar partes de la ciudad y su vida.

Esta ciudad te ha dado vida, con sus pros y sus contras. Pero mira... lo de Espanoles por el mundo, yo podria ser una de las protas, y siempre he sabido que yo volvere a Espana. Creeme, esto si es calidad de vida! jaja

Estos nueve anios han pasado volando, y representan nuestra amistad. Vuelve a mirar , como dice losbutilio, veras como el balance es positivo.

love you

Unknown dijo...

Si Nayra, vuelve a mirar, pero por favor, no mires a la Puerta del Sol, porque esa especie de Fosteritos que han dejado en el medio no quedan muy bien. Pero mira, mira las noches en blanco, las noches de los museos, los cines en version original, los hoarraios interminables del Vips, las cañas tiradas que se me cae la baba solo de pensarlo, las tapitas en el Izquierdo o en el Guarro, las noches de JAzz en EL Junco, o el Blues en ese bar que nuca se como se llama, los churros en San Gines y la Sangría en las Cuevas de Sésamo.....
Mira y mira, porque todo sigue ahí, en esta puta mierda de ciudad que te acoge como si siempre hubieras vivido aquí y te deja que la explores y la redescubras una y otra vez, sin importarle que te metas una y otra vez bajo sus faldas, y que siempre parezca la primera vez.
Maldito-bendito MADRIZ!

Rocío dijo...

Coincido con la Elfa en que las cosas siempre son mejores de lo que pensamos.

En mi opinión, normalmente nos va mucho mejor de lo que queremos ver o reconocer. De momento, pienso que tan sólo basta con valorar pequeñísimas cosas buenas y darles la importancia que se merecen: es decir, mucha. Me he dado cuenta, de que al final es lo que nos hace felices.

Besitos a cascoporro

Benjamín dijo...

Hermoso. Hace tiempo que no sé yo de ti. De tu escritura, quiero decir. Siempre os confundo. Mal lector soy. O quizá no tanto.

Donde estés, un beso.