Bienvenida al mundo real.
¿Cuántos años dices que tienes? Vaya, has empezado pronto a sufrir. Bueno, mejor, así te vas entrenando.
Ah, ¿ese peso en el pecho? Sí, se llama dolor. D-O-L-O-R. Vete aprendiendo la palabra, para que vayas nombrando cada punzada.
Ja. Claro que no desaparece, esto es sólo el principio. Por la noche se nota más; cuando estás tumbada y pretendes dormir y olvidar... Quítate esa idea de la cabeza, duele incluso en sueños.
Soñarás que te cae una losa encima, que te arrancan la piel a tiras, que te intentas quitar un pañuelo del cuello y todo lo que consigues es apretarlo más, ahogándote. Soñarás que caes al vacío y notarás como te estampas contra el suelo. Soñarás que corres para huír y que te tropiezas sin poder levantarte, que estás bajo el mar y se te revientan los típanos. Soñarás que se te caen los dientes, que no puedes hablar ni pedir perdón.
Y en el mundo real, pedirás perdón una y otra vez, pero no te escucharán a menos que grites maldades. La humildad nunca sirvió para llegar lejos.
Este es mi primer regalo, pequeña: aprende a no dormir para no encontrar el desasosiego allí donde buscabas la calma. Vive despierta, caminando sola, mirando tus huellas sobre la nieve recién caída e intentando que las cadenas no te aprieten más de la cuenta.
¿Cuántos años dices que tienes? Vaya, has empezado pronto a sufrir. Bueno, mejor, así te vas entrenando.
Ah, ¿ese peso en el pecho? Sí, se llama dolor. D-O-L-O-R. Vete aprendiendo la palabra, para que vayas nombrando cada punzada.
Ja. Claro que no desaparece, esto es sólo el principio. Por la noche se nota más; cuando estás tumbada y pretendes dormir y olvidar... Quítate esa idea de la cabeza, duele incluso en sueños.
Soñarás que te cae una losa encima, que te arrancan la piel a tiras, que te intentas quitar un pañuelo del cuello y todo lo que consigues es apretarlo más, ahogándote. Soñarás que caes al vacío y notarás como te estampas contra el suelo. Soñarás que corres para huír y que te tropiezas sin poder levantarte, que estás bajo el mar y se te revientan los típanos. Soñarás que se te caen los dientes, que no puedes hablar ni pedir perdón.
Y en el mundo real, pedirás perdón una y otra vez, pero no te escucharán a menos que grites maldades. La humildad nunca sirvió para llegar lejos.
Este es mi primer regalo, pequeña: aprende a no dormir para no encontrar el desasosiego allí donde buscabas la calma. Vive despierta, caminando sola, mirando tus huellas sobre la nieve recién caída e intentando que las cadenas no te aprieten más de la cuenta.